La Luna no salió aquella noche ni en las noches posteriores. Está cansada de arreglarse e iluminarse para que prácticamente nadie la contemple.
En el pasado, la gente pasaba horas mirándola, bailando bajo su luz, adorándola e incluso teniéndola. Pero ahora…ahora nadie la mira. Todos van de un lado para otro con prisa, mirando sus teléfonos y agendas. Nadie se para a contemplar el brillo especial con el que se viste cada noche.
Si por casualidad, alguien mira al cielo y no la ve, cree que hay Luna nueva y no le da mayor importancia.
Por suerte, los niños y niñas del mundo sí se han dado cuenta de su ausencia y están llevando a cabo un plan conjunto para pedirle, por favor, que vuelva. Cada noche, dicen a oscuridad una cualidad de la Luna que les gusta y echan de menos y le prometen pararse a contemplarla cada noche sí decide volver.
Una estrellita me ha dicho que aunque la Luna se está haciendo de rogar, está acción ha llegado a lo más profundo de su corazón y volverá a iluminarnos cada noche.
Para que no vuelva a desaparecer, antes de dormir, mira al cielo y piensa en lo que más te gusta de la Luna.
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