Gafe. Día 13

Sé que hay muchos hoteles que no tienen habitación número 13, edificios que no tienen planta número 13, calles sin número 13 y un largo etc de números 13 pérdidos. Pero en este blog no hacemos discriminaciones así que ahí va la entrada número 13.

Gafe

Desde pequeño su abuela le dijo que la mala suerte le acompañaría siempre porque nació un día 13 y el médico que asistió en el parto era tuerto.

Para su cumpleaños, Lucas siempre recibía patas de conejo, tréboles de cuatro hojas, agua del carmen y todo tipo de amuletos. Había que compensar la mala suerte con la que había nacido.

Como siempre fue consciente de su condición de gafe, nunca intentó nada fuera de lo normal.  No aprendió a montar en bicicleta ni a nadar. No jugó con los niños de su edad porque habrían tenido un accidente. Además todos en el pueblo sabían que atraía la mala suerte y no querían ir con él.

Un verano, llegó un circo a la ciudad. El alcalde le prohibió ir porque al ser tan gafe podría hacer que el trapecista se cayera o que los leones se escaparan. Estaría mejor en su casa.

Todo el mundo hablaba maravillas del circo. Sus hermanos le contaron lo increíble que era el espectáculo y que estaría en el pueblo una semana más. Lucas deseaba con todas sus fuerzas ir, pero no quería que nadie saliera dañado por su culpa, así que se fue a andar por el bosque para pensar en otras cosas.

Llevaba tres horas andando cuando llegó a las pozas. Era su lugar preferido porque nunca había nadie. Allí se mojaba los pies, sólo los pies, no quería ahogarse.

Con los pies a remojo y tomando el sol vio que algo se movía en el agua. Seguro que era una serpiente super venenosa que lo mataría. Saco rápidamente los pies y miró más detenidamente. No era una serpiente. ¿Un cocodrilo? No ¿Un tiburon? Era poco probable en unas pozas del Moncayo pero él era tan gafe…

Mientras intentaba saber lo que era, la criatura marina se fue acercando más y más. ¿Era una sirena? Tenía que serlo. Tenía cabeza y brazos de mujer.

Ella lo saludó cortesmente. Él intentó huir pero cayó al agua. Pidió auxilio y la sirena lo llevó hasta las rocas de nuevo. Durante el rescate, Lucas comprobó que era una mujer de carne y hueso. Aunque había algo en su mirada que la hacía diferente.

Marina, así se llamaba la sirena que no era una auténtica sirena, le explicó que había venido con el circo y que venía a nadar allí todos los días antes del espectáculo para cargarse de energía. Lucas nunca se había sentido a gusto con nadie que no fuera de su familia. Incluso su familia lo miraba con desconfianza, siempre esperando que se les cayera el techo encima. Ella no, ella lo miraba como a una persona normal, con interés por saber porqué no había ido aún a ver el circo.

Cuando termino de contarle su desdichado destino, Marina se empezó a reír.

-¿Alguna vez te ha pasado algo?

-Una vez casi me ahogo

-¿Aquí hace unos minutos?

-Sí

-¿Y no te ha pasado nada antes?

-No, siempre tengo mucho cuidado.

-Ven conmigo

Marina le tendió la mano para que la ayudara a salir del agua y lo guió hasta el circo.

-Yo no puedo entrar ahí. Puede ocurrir algo terrible.

-No te preocupes, tú sígueme.

Le enseño las gradas y el escenario dónde encontraron a Arturo, el domador de Leones.

-Arturo, ¿tu crees en la mala suerte?

-La suerte se busca Marina. Yo domo bien a mis leones y por eso puedo meter la cabeza en sus bocas sin que me la arranquen. No es suerte, es entrenamiento.

Alicia, la equilibrista, los escuchó desde la cuerda floja.

-Tiene razón Arturo. La vida es como andar en la cuerda floja, si pisas con confianza y con la mirada en tu destino, paso a paso recorres el camino. Yo empecé en una cuerda que no levantaba un palmo del suelo. Con entrenamiento he llegado hasta aquí arriba.

Como Lucas no estaba del todo convencido, fueron a ver a la adivina del circo. Ella vio en su bola de cristal que Lucas estaba protegido por otra fuerza superior que contrarrestaba el haber nacido en día 13. Mientras decía esto guiño un ojo cómplice a Marina.

Cuando salieron de la caravana, Lucas estaba eufórico. ¡No era gafe! Incluso mejor ¡Estaba protegido por una fuerza superior!

Pidió a Marina que le presentara al director, quería unirse al circo y viajar por todo el mundo, hacer cosas peligrosas y vivir como no había vivido antes.

 

6 Comments

  1. ¡¡¡Me encanta!!! Me hace pensar en la importancia de lo que decimos a los demás, sobre todo a los niños. Si la primera persona que le hubiese dicho a Lucas algo respecto a su suerte hubiese sido la adivina, posiblemente él hubiese crecido creyéndose un hombre con suerte y atreviéndose a hacer cosas en la confianza de que la suerte le acompañaría. Lo curioso es que todos los demás también lo habrían creído y se habrían acercado a él confiando en que todo lo que hiciese estaría bien, y así esa profecía se habría cumplido, al igual que Lucas cumplió con su actitud y la de todo el pueblo, incluida su familia la profecía de su abuela.

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