¡Un día voy a perder la cabeza! Día 28.

Desde que había vuelto al pueblo, tenía la cabeza en otro sitio.

Perdía infinidad de cosas.

A veces, encontraba alguno de estos objetos en lugares extrañísimos. Un día, al abrir la nevera, vio el par de calcetines con ratoncitos que buscaba desde hacía semanas. Una mañana, al ir a coger su bicicleta, cargada de bolsas, comprobó con horror, que la cesta había desaparecido. La encontró al mes siguiente, llena de flores en el jardín. La gota que colmó el vaso fue descubrir a Glu, su pez payaso, flotando alegremente en el lavabo. ¡No podía arriesgarse a encontrarlo una próxima vez en la taza del váter!

Mientras buscaba el número de un psicólogo, vio moverse algo en las cortinas. Se acercó sigilosamente y cuando estuvo cerca, levantó la tela rápidamente. ¡Sorprendió a Pisto entre la tela y la pared!

¿Pisto…? No podía ser…había sido su amigo imaginario hasta que dejó la casa para ir a estudiar a la ciudad y olvidó meterlo en la maleta. Con los años se había olvidado de él.

Estaba muy desmejorado. Le tendió la mano al tiempo que le pedía perdón. ¿Se estaba volviendo loca? Ya no le importaba, ahora debía cuidar de su viejo amigo.

Al principio, Pisto se mostró desconfiado, pero poco a poco y con ayuda de deliciosos bombones, volvió a ganarse su amistad.

Una noche, mientras cenaban, le explicó que no era fruto de su imaginación sino un duende que había decidido mudarse a su jardín para ayudarla y que no se sintiera sola. También le contó, que al nacer, todos los humanos tenemos un duende que nos acompaña. Pero con el tiempo, casi todos dejamos de verlo y nos olvidamos de él. Lo que, al parecer, no quiere decir que nuestro pequeño amigo no siga a nuestro lado. Cuando se aburren y quieren hacerse notar, nos causan esos pequeños desórdenes en el hogar que atribuimos, ingenuos de nosotros, a despistes sin importancia.

La próxima vez que encuentres un tupper vacío en la nevera o un calcetín sobre la mesilla noche, sabrás que tu duende anda cerca. ¡Cuídado no lo pises!

6 Comments

  1. A partir de ahora voy a poner mucha atención, sobre todo para que tampoco él se sienta solo ni desmejorado. Mejor empezar a cuidar de él ahora, antes de que tenga que desmontarme la casa para hacerse ver.
    A veces los humanos estamos muy ciegos…

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