Más fuerte que uno mismo. Día 235

No le gustaba aquel trabajo ni el trato que daban a los empleados. Las horas extra ni se pagaban ni se devolvían y aún así, siempre llegaba pronto y se quedaba trabajar hasta tarde.

Cuando le pregunté el motivo de aquella dedicación, descubrí que se trataba de miedo. Miedo a la soledad de su apartamento. Lógicamente, le pregunté cómo pensaba conocer a alguien si no salía del trabajo. Como respuesta, se encogió de hombros y dijo:

-Ya lo sé… Pero prefiero trabajar que volver a casa…

Es increíble la fuerza que puede tener un apartamento vacío.