No todo es cuestión de tiempo. Día 231

Tenía obsesión con el tiempo. Y tenía la firme convicción de que a más tiempo se emplease en algo, mejor sería el resultado.

Dirigía su empresa en función de esta creencia. Pedía a los trabajadores que trabajasen más horas. No pedía que fuesen más eficientes, ni pedía mejores resultados. Solo más horas de trabajo.

Con el paso del tiempo, la empresa iba cada vez peor y sus trabajadores, cada vez estaban más quemados.

Lo peor de todo, es que cando tuvo pérdidas, cuando tuvo que recortar plantilla o cuando tuvo que cerrar, culpó a la suerte y a los demás. Nunca descubrió que su máxima estaba equivocada y que no todo es cuestión de tiempo.