Después de semanas de retoques y revisiones, terminó su carta de motivación.
Dio un tranquilo y victorioso sorbo a su café y abrió su correo electrónico. Busco la dirección de envío. Abrió un nuevo correo. Escribió el asunto y el cuerpo del mensaje. Adjunto su bien trabajada carta de motivación y envió el mensaje.
Se levantó de la silla para salir a dar una vuelta pero…¿Había comprobado el archivo? Abrió corriendo el email. Carpeta enviados. Abrir. Abrir archivo…MIERDA. Después de tanto trabajo había enviado el primer borrador de la carta. Adiós a su sueño.
Una semana más tarde recibió una llamada. La citaban para una entrevista. Les había atrapado la frescura y sinceridad de su carta de motivación.
Lo primero que hizo fue imprimir y enmarcar ese primer borrador que aunque no tan perfecto en gramática y elocuencia como el final, expresaba sinceramente lo que quería en la vida. En el marco escribió: NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA.